viernes, 21 de mayo de 2010

Mujer de paja y tierra


Micaela Bastidas


Puyucahua, (Nacio en Tamburco, 1745 - Fallecio en Cusco, 18 de mayo de 1781), fue prócer y mártir de la independencia peruana, quien a pocos momentos antes de ejecutarse su sentencia, enunciaría su clara posición política y su conciencia independentista declarando: "Por la libertad de mi pueblo he renunciado a todo. No veré florecer a mis hijos...".

Hija de Manuel Bastidas y Josefa Puyucahua, la joven Micaela era de esbelta belleza y clara tez mestiza, con el cabello ligeramente ondulado, lo que llevó a muchos a llamarla "zamba", nombre que se da en Abancay a las personas que por esta característica se distinguen de las personas típicamente andinas. Lo que más resaltan los historiadores e investigadores, sin embargo, no son sus rasgos físicos, sino ese temperamento férreo que marcó su derrotero.

Madre de tres varones, Hipólito (1761), el primogénito, Mariano (1762) y Fernando (1768), Micaela Bastidas tuvo como primer maestro ideológico al propio José Gabriel, quien había adquirido una sobresaliente formación, tanto en el Cusco como en Lima, en múltiples reuniones, incluso ligadas a grupos masónicas en las que forjó su acendrado espíritu separatista.

La lideresa de las huestes tupacamaristas compartió con su marido, desde un inicio, los ideales de libertad, y aun discutió los planes estratégicos de la rebelión. Incluso parece haber sido más enérgica que el propio Túpac Amaru en cuanto a la disciplina de las tropas y la decisión de tomar el Cusco. Se sabe que su habilidad logística fue decisiva para obtener la victoria de Sangarará el 18 de noviembre de 1780. Sin embargo, la comprensión y el cariño entre ellos fue evidente, como se desprende del trato que Condorcanqui daba constantemente a Micaela, hasta en su correspondencia, llamándola con los diminutivos de "Mica" y "Micaco".

Mujer fuerte y de alma noble y dócil, capas de dejar brotar sus lágrimas por la justicia y el derecho individual y la libertar. Mujer de paja y tierra, quien hoy vive en la memoria del paramo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario